"Dentro de setecientos años, reverdecerá el laurel...y setecientos años después el laurel está reverdeciendo "
Hace unos pocos días sentí la necesidad de iniciar este proyecto. No sabía ni por donde empezar, sólo sabía que no podía continuar con un pie
dentro y otro fuera. Sentí que había llegado
el momento de manifestar en lo físico la
nueva sociedad en la que se ubica mi
consciencia. También sabía y sé que no puedo
hacerlo sola, necesito rodearme de afines no
solo en internet, necesito salir del
sistema, necesito compartir. Lo hable con mi familia y me puse en contacto con los promotores de la Escuela Libre de Voluntarios a los que había conocido dos años atrás en un encuentro de Cooperativas Integrales en Galicia para pedirles asesoramiento. A partir de aquí todo fluyó sincronicamente y en pocos días me encontré visitando el centro El Laurel (Madrid) para seguidamente regresar a Galicia junto a Java, el guardián del centro, que de manera altruísta nos acompañó durante unos días asesorándonos en el proceso. Nos enseñó a sentir el lugar, a definir los elementos y estancias que lo forman compartiendo con nosotros toda su experiencia y sabiduría. Afloraron tambien las primeras resistencias que forman parte del proceso de aprendizaje recordándonos que el camino no es fácil y que requiere de grandes dosis de voluntad y trabajo continuo en nosotros mismos para evitar la fascinación en la que intenta hacernos caer la tramposa programación del ego. Durante mi breve estancia en El Laurel pude experimentar la paz y armonía del lugar y de sus habitantes que facilitan la conexión con el aquí y ahora convirtiendo la experiencia en única e irrepetible. Las sincronicidades que se dieron y se siguen dando nos refuerzan la certeza del camino.
Elisa
Los cátaros. La profecía del laurel